Las ciudades romanas eran el centro de la cultura, la
política y la economía de la época. Base del sistema judicial, administrativo y
fiscal eran también muy importantes para el comercio y a su vez albergaban
diferentes acontecimientos culturales. Es importante destacar que Roma fue, a
diferencia de otros, un imperio fundamentalmente urbano.
Las ciudades romanas estaban comunicadas
por amplias calzadas que permitían el rápido desplazamiento de los ejércitos y
las caravanas de mercaderes, así como los correos. Las ciudades nuevas se fundaban
partiendo siempre de una estructura básica de red ortogonal con dos calles
principales, el cardo y el decumano que se cruzaban en el centro
económico y social de la ciudad, el foro, alrededor del cual se erigían
templos, monumentos y edificios públicos. También en él se disponían la mayoría
de las tiendas y puestos comerciales convirtiendo el foro en punto de paso
obligado para todo aquel que visitase la ciudad. Así mismo un cuidado sistema
de alcantarillado garantizaba una buena salubridad e higiene de la ciudad
romana.
Toda ciudad romana trataba de gozar de
las mismas comodidades que la capital y los emperadores gustosos favorecían la
propagación. Por ello, allí donde fuera preciso se construían teatros, termas,
anfiteatros y circos para el entretenimiento y el ocio de los ciudadanos.
También muchas ciudades intelectuales gozaban de prestigiosas bibliotecas y
centros de estudio, así fue en Atenas por ejemplo ciudad que siempre presumió
de su presuntuosa condición de ser la cuna de la filosofía y el pensamiento
racional.
Para traer agua desde todos los
rincones se construían acueductos si era preciso, el agua llegaba a veces con
tal presión que era necesario construir abundantes fuentes por todas partes lo
que aún aumentaba más el encanto de dichas ciudades, que a pesar de estar
construidas en tierras secas recibían la llegada de las bien planificadas
canalizaciones romanas.
Baños públicos romanos. |
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